El cuarteto formado por Helena, Reyes, Ramón Q y el que os cuenta, decidimos en un día un poco nublado, subir a la Mola a entrenar un poco las piernas.
A las 9 de la mañana ya estábamos en Coldejou, y empezabamos a trotar por la pista camino de la senda que conduce a la Mola.
En poco menos de una hora, ya estábamos en la cima, pero no pudimos contemplar sus impresionates vistas debido a una niebla bastante densa.
Y claro con niebla la bajada se prometía por lo menos interesante. Tanto que tuvimos que dar marcha atras y volver a las ruinas de la cima, ya que nuestra orientación no había sido muy buena.
Después una vez encontrado el GR correspondiente, descendimos hasta el cruce de caminos en el decidimos no subir a Llabería, ya que la niebla cada vez era mas intensa y no queríamos tentar mas a la suerte.
En el camino de vuelta a Coldejou, nos "avituallamos" con unas cuantas cerezas que encontramos en unos árboles a la entrada del pueblo.
Y al día siguiente, con una mañana mas abierta, nos dirigimos a la Sierra de Llavería. De ahí, descendimos hasta el pueblo del mismo nombre, y seguidamente desandamos el camino hasta un cruce de caminos que nos condujo hasta la estación meteorológica.
Sabíamos que desde ese punto se podría descender hasta la pista de Coldejou y empezó la aventura. Primero descendimos por una garganta bastante abrupta, pero que nos acercaba a nuestro destino. Pero mas lejos de la realidad, cuando comprobamos después de algo mas de una hora que tendríamos que volver por donde habíamos venido, hasta que Helena vió una cantera, y nos dejamos caer, no sin cuidado y sin algún golpe y arañazo que otro, hasta la pista que nos llevaba de vuelta al pueblo. Y como el día anterior, que menos que unas cuantas cerezas para reponer fuerzas...
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